Dandelion
Pasmada. Dicen mis amigas que así me ven. Pasmada, pienso. Quieta. Atónita. Estupefacta. Te quedaste como en pausa, me dicen. Han pasado 36 días desde que empezamos a encerrarnos. Han sido complejos, trastornados y trastornantes. Aprieto los dientes. Cuesta trabajo expresar tormentos. Duermo mucho. Duermo mal. Un agotamiento nos invade por horas. Se necesitarán vacaciones del encierro que no sabemos si un día termine del todo. Recién vamos conociendo una nueva forma de vida. Y de muerte. Ahí están los libros, los discos, los cuadernos en blanco listos para ser llenados. Ahí están los utensilios y los ingredientes listos para ser cocinados. Las telas que se pueden bordar. Los lienzos que se dejan acariciar por el pincel. Ahí están las rosas, abriéndose, en su majestuoso color, listas para ser retratadas. Tan basta nuestra posibilidad de producir algo, lo que sea, lo mínimo o lo máximo pero algo. Algo que nos haga sentir útiles, algo que nos deje en claro que estamos aquí para ...